En medio de las celebraciones de Halloween se nos ocurrió hablar de los disfraces y como ya viene el fin de semana largo, qué mejor que hablar de disfraces sexies. Porque para qué vamos a andar disfrazándonos de brujas y muertos vivientes, una colegiala con faldita a lo Britney Spears siempre será mejor, ¿o no?
La primera vez que me puse un disfraz fue para celebrar un aniversario. Me preparé toda la semana previa al evento, recorriendo tiendas de ropa interior, lencería fina y otras no tanto (esas son las mejores, ojo!). Atuendo listo, plumas, antifaz y tacos. Me probé mi tenida mil veces y hasta me pegué unos pasos de baile frente al espejo para asegurarme de qué tan ridícula me vería haciendo mi performance.
Lo malo es que ese día nunca llegó, no porque el susodicho me haya dado la patada ni nada por el estilo, si no porque los nervios me comieron antes de salir al escenario del amor y no atiné más que a modelar tímidamente frente al hombre que, para que estamos con cosas, fome y vergonzosa yo, igual estaba alucinando con mi indumentaria.
Y he aquí el punto en cuestión, no importa qué tan hot sea la prenda que elijas o si no sabes bailar ultra sexy frente a una silla, obvio que nadie sabe hacer esas cosas, por algo somos lindas e inteligentes y no unas Vales Roth (perdón a todas las seguidoras de la Vale).
Por eso, si nunca has comprado uno, porque no has tenido la oportunidad, te faltan lucas o simplemente porque no te atreves, esta es LA oportunidad. No tienes que volverte loca comprando el atuendo más caro del sex shop, basta con adquirir un par de prendas bonitas y coloridas, acompañarlo con unos accesorios llamativos y estás lista para matar.
Tal como dice Chechi Boloco, la belleza es 100% actitud y si ella lo dice, es por algo. ¡Libérense y jueguen chiquillas!
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