A mi parecer despertar un fin de semana con el ruido de la lluvia es impagable, eso me paso el sábado, desperté, abrí un ojo y vi mi taza de té en mi velador, abrí el otro ojo para prender la tele y mi tragedia de invierno había recién comenzado, se me había cortado la luz!
Hace mucho tiempo que no llovía con tantas ganas, recuerdo el último temporal donde se cayeron árboles, en las calles de tierra se hicieron surcos gigantes y las clases se suspendían, aun ocupaba uniforme y no iba en la media. Lo más bacán de que estuviera lloviendo en la noche era prender la tele a las 7 AM y ver que en las noticias estaban dando las ciudades en donde se suspendían las clases y yo cruzaba los dedos para que dijeran Viña del Mar, a demás que a mi colegio lo atravesaba un estero por lo que se inundaba al tiro. Pasaron los años y las lluvias fueron disminuyendo, en el invierno ya no llovía como antes, puro frio cero lluvias y cuando me transforme en universitaria, hace no tantos años atrás, las lluvias eran medias complejas ya no iba en el colegio, por lo que no me iban a buscar, tenía que lidiar con 5 Oriente entero inundado, perfectamente se podría bailar un Aquadance ahí, teníamos que tratar con paraguas rotos, micreros mala onda que te mojaban entera y que no te paraban.
Lo bueno de estas lluvias es que ese día sábado estaba rico para quedarse en camita regaloneando, la cama te invitaba a no levantarte, porque además de llover hacía un frio terrible acompañado de un viento de temer, mi mamá me había traído desayuno y para mí, era una mañana perfecta, hasta que me dí cuenta de que no habia luz y que el viento se hacía cada vez más terrorífico, la luz iba y venía y no podía informarme de como estaba tratando el temporal a la people, me enojé y me fui a la pieza de mi hermana y nos dimos cuenta que ese sábado tendríamos que salir igual, por flojas no fuimos a comprar el regalo del día del papá el viernes, por lo que lo dejamos para el sábado, mala idea, baje a la cocina para cubrir mi dosis diaria de algo dulce, el día lo pedía a gritos!, y para sorpresa mía, estando a fin de mes, no había nada. Con mis papas obligadamente tuvimos que levantarnos para hacer los tramites del día del papá y obviamente traer las provisiones para no tener que salir más de la casa en ese frío fin de semana, camino al supermercado me di cuenta que en las calles estaban abnegadas, los carteles gigantes donde ponen publicidad electoral estaban encima de árboles, carteles en el suelo y el viento aun no daba tregua, vi gente protegiendose con sus paraguas para que los autos no lograran mojarlos y vi a mendigos cubriéndose su cabeza con una bolsa de plástico y estando a pie pelado, fue ahí que ya el temporal ya no me estaba gustando. Llegue a mi casa de vuelta y la luz ya había vuelto, empecé a ver los derrumbes en los cerros de Valparaíso, la voladura de techos y la inundación de casas y departamentos y me seníi afortunada de no tener que vivir eso y apague la tele.
A pesar de que me encanta el invierno y la lluvia tiene sus altos y bajos, lo bueno es que podemos comer sopaipillas al por millón sin culpas, día de lluvia y no hay sopaipillas en su casa, preocúpese no son chilenos, estar en cama en todo el día viendo tele bien tapaditos o al lado de una estufa es el mejor panorama para un día de lluvia hasta que, claro, la lluvia se lleva toda esa felicidad y empieza a generar estragos en la población
a mi la lluvia me encanta, encuentro que es un momento para reflexionar y limpiar el ambiente de todas las malas vibras.
ResponderEliminaraunque cuando empieza el viento, los truenos y relampagos, ya quiero que salga el sol otra vez!